Creo que a muchos de los que estamos leyendo esto nos ha tocado tener un mal día, esos días terribles en los que que te dices: "mejor me hubiese quedado en la cama". Es una secuencia de sucesos horribles que (gracias a una inexistente conexión que creamos entre ellos) creemos un día de mala suerte.

Y es que es casi-casi una película de terror, imagina este panorama: te levantas tarde y al ver la hora empieza el terror, lo siguiente es pegarse un duchazo a la volada (o un baño de colonia) y correr a por el transporte público. Ya al bajar, (super estresados, porque la el tiempo que tenemos para llegar a un destino es inversamente proporcional al tiempo que tarda la movilidad, incluso a la velocidad que tarda la gente en subirse al transporte) una persona se tropieza con nosotros y nos hace renegar, pero se disculpa y se va rápido. Ya llegando a nuestro destino (trabajo, centro de estudios) queremos ver la hora y nos encontramos con que ya no hay celular en nuestro bolsillo. Al cruzar la pista, pensando en el robo, con las justas te salvas de que te atropelle un carro. Finalmente nos encontramos con que olvidamos nuestra identificación y tardamos aún más en ingresar. Pésimo día.

Pero lo que no evaluamos es la cuota o responsabilidad que tiene el mal manejo de estrés en cada una de esas situaciones. Al despertarnos tarde el estrés acelera la velocidad con la que nos desplazamos y reduce nuestra concentración en lo que realizamos, salimos rápido y nos olvidamos de nuestra billetera o identificación. En el bus se puede apreciar el nivel de estrés y lo absortos que estamos en ese momento, lo que nos hace presas fáciles para los delincuentes. Como seguimos estresados, al descubrir la falta del celular o lo que nos hayan robado, ni vemos bien la pista antes de cruzarla. Y el evidente malestar que ya tenemos se multiplica al llegar a la entrada de nuestro destino, donde no nos dejan pasar por no tener la identificación necesaria (normas de la institución). 

Es así como podemos entender que no es un mal día (necesariamente) sino una serie de sucesos desencadenados por el mal manejo del estrés por nuestra parte. La recomendación: cuando sientas que el estrés te domina tómate un par de minutos para calmarte y ralentiza tus movimientos, de manera que te fuerces a ti mismo a hacer las cosas con más calma y más consciente de tus actos.